Obesidad infantil, mejor prevenir que lamentar

La obesidad infantil hay que prevenirla

La obesidad infantil constituye uno de los grandes problemas de la sociedad actual, frente a los casos en los que algunos niños pasan hambre y sufren desnutrición. Son muchos los pediatras que están preocupados por las elevadas tasas de obesidad que sus pequeños pacientes presentan.

Y tienen razón, porque empiezan a verse -o aparecerán- en estos niños patologías propias de adultos (hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc.) que les acompañarán a lo largo de su vida.

A ello se une, sobre todo en las adolescentes, el deseo de parecerse a modelos y actrices y vestirse a la moda, lo que puede desembocar en anorexia y/o bulimia.

Son muchos los factores que influyen en el sobrepeso del niño, pero los más destacables serían: el sobrepeso de la madre antes y/o durante el embarazo; el consumo de tabaco durante el embarazo; que el bebé pese mucho al nacer; la alimentación en los primeros meses de vida; o que engorde mucho en esos primeros meses.

En las consultas rutinarias al pediatra pregúntale si su crecimiento se adapta a las tablas antropométricas, si se alimenta adecuadamente o si debes modificar alguna actitud.

Es el especialista adecuado, pues conoce el historial de tu hijo y si observas algún comportamiento extraño, piensas que tu hijo es sedentario o come inadecuadamente, puede darte las pautas adecuadas.

La mejor opción es la prevención de la obesidad. Lo más recomendable es:

  • Planificar los menús entre todos, ir a la compra, cocinar, poner la mesa y sentarse (sin televisión) para disfrutar de la comida y la conversación. Parece difícil, pero es posible si adaptas el horario y conviertes la cena en un momento familiar.
  • Comer de todo sin excluir alimentos porque “no nos gustan”. Es fundamental acostumbrarse a los distintos sabores desde pequeños. Si algo no gusta, se come menos pero se come; así evitarás carencias nutricionales.
  • Utilizar platos pequeños o no llenarlos completamente para reducir la cantidad de comida que tienen delante. Es un hábito que puede ayudar mucho.
  • Reducir el consumo de carnes rojas, sal, grasa y azúcares de la dieta. Utiliza sal yodada para prevenir problemas de tiroides; evita el exceso de grasa (embutidos, mantequilla, etc.) y limita el consumo de chucherías (los dientes lo agradecerán). No es necesario excluirlas completamente sino plantearse un consumo racional.
  • Consumir frutas y verduras. Lo adecuado sería ingerir 5 raciones al día repartidas del modo más cómodo. Elige las de temporada.
  • Utilizar en su dieta diaria cereales (mejor integrales), patatas y legumbres. Son una buena fuente de energía, pero no pueden excluir el consumo de otros nutrientes imprescindibles (proteínas, fibra, vitaminas, etc.). No olvides los lácteos, fundamentales para el adecuado desarrollo de sus huesos.
  • Evitar tener en la despensa productos poco saludables. Si hay gusanitos, patatas fritas, chocolate, etc., al niño le será muy difícil resistirse. Estos productos no deben ser consumidos habitualmente; el niño debe comprender que son para “ocasiones especiales”.
  • Darle acceso al consumo de frutas, cereales integrales, productos desnatados, legumbres, etc. Que puedan tomarse un tentempié muy sano en cualquier momento.
  • Plantear un desayuno completo que incluya cereales, lácteos y fruta.
  • Beber agua en vez de refrescos, zumos azucarados, etc. Por supuesto, puede tomar leche y zumos naturales, pero no excluir el agua, imprescindible para mantener una buena hidratación.
  • Hacer ejercicio adaptado a su edad. Se recomienda una hora diaria de actividad física moderada: patinar, nadar, jugar al baloncesto, bailar, etc. Si le acompañas, también mejorará tu estado físico y aprenderá con tu ejemplo.
  • Apagar la televisión, la consola y el ordenador. Puede dedicarles un rato cada día, pero no convertirse en su ocio habitual. Nunca más de 2 horas diarias.
  • Evitar la comida rápida. No es necesario llevarlos todos los fines de semana a un local de ese tipo. Que aprendan a disfrutar de esa escapada especial y no se convierta en una norma.

Inculquemos a nuestros hijos hábitos saludables, pues en la infancia y adolescencia adquieren sus preferencias, y si adoptan comportamientos perjudiciales, será muy difícil modificarlos.

Anímales a hacer deporte, comer sano, disfrutar de los espacios abiertos, del silencio al apagar la televisión, etc. Estarás ayudándoles a cuidar su salud y cuando sean mayores te lo agradecerán.

Carmen Reija López / Farmacéutica Colegiada