El 31 de agosto, el restaurante A Naranxa, colgó el cartel de cerrado. Pero sigue abierto para ser la oportunidad de quienes quieran continuar con un negocio con garantía de éxito. “Al que habrá que sumarle nuevas ideas, porque el lugar se presta para seguir con el restaurante y añadir nuevas líneas de negocio”, comenta Antonio Ramos. Y sugiere una pulpeira, una zona para caravanas, etc. etc.
Este emblemático punto de encuentro en la comarca fue testigo de innumerables celebraciones; de miles y miles de comidas diarias; de un sinfín de cafés, y de muchos ilusiones a la hora de elegir el número que todos soñamos que va a tocar.
Hace 66 años Carmen Yáñez y su marido, empezaron con ilusión un proyecto que ha sido desde el primer momento un referente. “Nuestro distintivo ha sido siempre la limpieza”, presume con orgullo la señora Yáñez, quien estuvo siempre encargada de la cocina, de unas maravillosas almejas a la marinera y de unos callos y cocidos de rechupete.
Años después, su hija Josefa Losada y su yerno, Antonio Ramos, se sumaron al negocio. A Naranxa fue también discoteca, sala de fiestas, local para las tradicionales cenas del cáncer de la zona….
“Es un lugar vivo, que tiene aún un efecto llamada”
Como decíamos, A Naranxa colgó el cartel de cerrado. Pero tiene la puerta abierta a un comprador que quiera echar en esta tierra raíces. A la familia encargada hasta ahora le toca descansar y vivir otros proyectos familiares. “Por eso estaríamos encantados de que alguien le diera continuidad a un proyecto en el que hemos invertido la vida entera”, apunta Antonio.
Se da también la casualidad de que la venta es un proceso muy fácil ya que A Naranxa lo tiene todo, sólo haría falta un cambio de titularidad. Un detalle que para los nuevos inquilinos es una gran ventaja.
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